viernes, 17 de junio de 2016

No hay tantas veces que haya pronunciado
tu nombre,
el que tenías para el resto del mundo.
Nunca me había parado a pensar,
como ahora,
la exactitud,
casi divinidad
con la que tu nombre te presentaba.

Por eso ahora,
que me falta el otro ceño fruncido en la mesa,
las manos huesudas revolviendo en mis rizos
la voz tenaz al otro lado del teléfono
un silencio entre dos copas de vino
una vida de ruinas en la mirada
y esa fuerza- motor primero-que siempre fuiste para mí;
no puedo más que revolverme en mí misma
buscando una palabra
- estas malditas cárceles que siempre arrastro-
una palabra precisa
que sirva para decirle al mundo
todo lo que tú eras,
hacías
y me dabas.
Todo eso que anhelo
y me mantiene con vida
y que,sin embargo,
no puedo nombrar.

Pensaba que esta vez
me había equivocado,
que no siempre había una palabra.
Pero no,
sí la había
y era tu ausencia
: des[amparo]

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